El ser humano está muy acostumbrado a poseer y a tener. En el día a día, acumula miles de cosas y posesiones. Las cosas que se tienen están destinadas a su uso, es decir, se basan en una noción instrumental. Aquello que se tiene sirve para algo. Pero en cambio, algunas personas también aplican esta visión instrumental al ámbito de las relaciones interpersonales. De hecho, el propio lenguaje nos traiciona en tanto que se suelen hacer preguntas del tipo: ¿Tienes pareja? La realidad es que las personas nunca, jamás, pueden poseerse en base a su libertad y a su individualidad.
Pero a veces, cuando se vive desde la sensación de posesión se corre el peligro de caer en la manipulación o de creer que la otra persona debe estar ahí siempre para satisfacer los deseos propios.
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