Parejas individualistas y dependientes


Las parejas individualistas son aquellas en las que cada uno va a los suyo, y existe un concepto de independencia mal entendido. El individualismo no tiene nada que ver con ser independiente y tener autonomía (un ingrediente básico y fundamental en una pareja). Este modo de ser, prima cada vez más en la sociedad actual, pero el peligro es que a veces, también se transmite a las propias familias, a los grupos de amigos y a la pareja.

Compartir es fundamental en el seno del amor, haces planes juntos, fomentar la comunicación para saber qué sucede en la vida del otro y que no se convierta en un extraño, tener amigos en común, vivencias vividas juntos… ¿Cómo se combate el individualismo?
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Parejas muy dependientes


Existen muchos tipos de parejas diferentes, relaciones que quedan marcadas por el modo de ser da cada uno, las expectativas y la propia forma de entender el amor. Existe un tipo de pareja que puede ser un tanto asfixiante desde fuera cuando se analiza con objetividad. Es el caso de las parejas dependientes, es decir, de aquellos novios o matrimonio que no pueden dar un paso sin que esté el otro o hacer un plan que no implique a ambos.

Por supuesto que es positivo tener espacio para compartir en común, sin embargo, es una pena reducir la vida al ámbito de la pareja. Incluso cuando se tienen hijos, hay parejas que se organizan a la perfección para que mientras uno cuida del niño en casa, el otro pueda estar haciendo un plan con sus amistades un viernes por la noche por ejemplo. Vivir mirando el reloj a cada paso puede resulta agotador.
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Dependencia emocional o separación afectiva


Dependiendo del momento de la vida, del grado de madurez o de la situación personal de cada uno se pueden establecer vínculos afectivos de diversa índole. Algunas personas caen en el error de la dependencia emocional, es decir, de perder de vista su propia individualidad para vivir al compás del otro. Algo que en cierto momento, puede terminar agotando a la otra persona, sencillamente, porque no hay nada que resulte más atractivo que el hecho de que una persona sea consciente de sí misma y de cuáles son sus necesidades más allá de estar en pareja o de no estarlo.

En el otro lado de la balanza, es decir, en oposición a la dependencia emocional, tenemos la separación afectiva, el caso de aquellas personas que son capaces de establecer relaciones positivas, saludables y estables en base a un amor que suma y que nunca resta. La separación afectiva te permite tener confianza en tu pareja y no dejarte llevar por los celos, además, también te permite seguir cumpliendo los verdaderos sueños de tu corazón sin creer que tienes que renunciar a ellos en beneficio del propio amor. Si alguien de verdad te quiere, debe animarte con tus proyectos (y a la inversa).
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Cómo poner fin a la dependencia emocional


Algunas personas son excesivamente dependientes a nivel emocional. Este rasgo suele mostrarse, especialmente, cuando encuentran pareja estable. Sin embargo, en el plano de la amistad también puede observarse este matiz puesto que, generalmente, también pueden llegar a ser muy posesivas con sus amistades y muy absorbentes.

La dependencia emocional termina angustiando a los dos miembros de la pareja, sencillamente, porque cada persona debe de tener su espacio, su parte de intimidad y de libertad para poder seguir alimentando el amor con ilusión.
Tener una pareja no implica que debas renunciar a tu propia vida ni que tengas que obsesionarte con todo lo que está haciendo cada minuto del día. Poner fin a la dependencia emocional depende únicamente, de uno mismo puesto que, implica mostrar un cambio de actitud necesario.
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Dependencia o independencia


Para muchos el mero hecho de empezar una relación implica una cierta dependencia. Puede que sea verdad, pero no tiene por qué ocurrir. Tradicionalmente era la mujer la que se sometía al hombre, abandonaba sus hábitos y, en muchos casos, su trabajo para dedicarse a su marido, a su casa y a sus hijos.

Pero los tiempos han cambiado y la igualdad está de moda, por lo que ahora ya no son ellas las sumisas, sino que se busca un equilibrio entre los dos miembros de la pareja, compartiendo las tareas del hogar y los cuidados de los niños, además de intentar que los dos tengan un buen empleo.

Esta nueva forma de pensar ha llevado a muchos al extremo de convertirse en personas completamente independientes a pesar de tener pareja y, sobre todo cuando no tienen hijos, organizan sus planes sin contar con el otro, los fines de semana salen por separado y cada uno come en casa de sus padres. De hecho, hay algunos que incluso retrasan el momento de compartir piso con su compañero sentimental para no perder esa autonomía.

Pero la excesiva independencia no ayuda al buen funcionamiento de la pareja, ni da pie a su necesaria evolución, y muchas relaciones terminan precisamente por esta razón. Entonces, ¿qué debemos hacer? Los jóvenes del siglo XXI rechazan por completo la idea de perder su libertad, pero deben entender que no se trata de eso, sino de cuidar tu relación manteniendo tu espacio.

Lo que queremos decir con esto es que no hay nada de malo en que salgas una noche con tu grupo de amigos/as ni en que mantengas tus hobbies, son cosas que no debes abandonar, pero no debes tener por costumbre organizar tus planes sin ni siquiera hablar antes con tu pareja, porque puede que él/ella tuviera pensado algo para compartir contigo.

Como conclusión, podríamos decir que ni la excesiva dependencia es la actitud correcta ni la extremada independencia, ya que la primera te separa de tus amigos y familiares y te convierte en alguien sin personalidad mientras que la segunda puede provocar la ruptura con tu pareja.