La comparación con otras personas puede potenciar la infelicidad en quien tiende a posicionarse desde una posición de interioridad. En Son Pareja te damos cuatro consejos para no compararte con los demás.
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No compares a tu pareja con tu ex
Una comparación siempre resulta injusta, especialmente, cuando hablamos de personas. Cuando te pones a comparar en tu mente a tu actual pareja con tu ex, estás cometiendo el error de pensar que uno es mejor que otro. Y si le comparas con tu ex, es porque tienes a esa persona de tu pasado como un modelo de referencia en el amor. Es decir, le has idealizado de tal forma, que ya nadie puede estar a su altura.
Esta comparación, resulta muy injusta para tu actual pareja y además, te impide disfrutar de la realidad de tu historia presente. Cuando te pones a comparar a tu pareja con tu ex, lo que deberías hacer es pensar y recordar los motivos por los que finalizó vuestra relación, qué sucedió y qué defectos tenía él que no te hacían sentir bien. Así tomarás una perspectiva más real de tu pasado desde un punto de vista presente.
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El sentimiento de inferioridad en pareja
La pareja es una realidad muy compleja en tanto que es bonito pensar que entre dos personas es posible crear una especie de microcosmos. Es decir, un universo en pequeñito de intereses comunes, sueños, expectativas y de paz. Creo que sólo puedes decir que has encontrado el amor verdadero cuando sientes admiración por la persona que tienes al lado, cuando te alegras por sus éxitos y ellos no te hacen sentir inferior a ti. La realidad es que puedes toparte en tu camino con una persona que sea catedrática, doctora o haya alcanzado un título profesional elevado.
Afortunadamente, un título no es lo que mide el valor ni el corazón de un ser humano. En cambio, de forma curiosa se produce algo paradójico. En general, aquellas personas que tienen un elevado nivel de formación y que han alcanzado un prestigio social importante en base a su profesión no cometen el error de medir a los demás en base a su puesto laboral ni a su nivel de estudios. Sin embargo, sí es algo que suele suceder a la inversa. Es decir, alguien con un bajo nivel de formación siente complejo de inferioridad cuando se encuentra con una persona inteligente.
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¿Por qué te comparas con tus amigas?
En la medida en que una persona tiene mejor o peor autoestima entonces se compara más o menos con sus amigas más cercanas. Siempre que establecemos una comparación de este tipo, existe de fondo un deseo por medir la propia felicidad y el éxito en relación con los demás. Por ello, la envidia es la emoción que muestra la tristeza por el bien ajeno. Tal vez, alguna vez sentiste envidia porque una amiga tuya tiene novio y tú no lo tienes.
A lo mejor anhelas tener esa casa en el centro de la ciudad que ha conseguido una antigua compañera de universidad que tiene la suerte de tener un buen trabajo y un sueldo notable. Te comparas con ellas idealizando su situación actual. Lo que no sabes es cómo se sienten ellas consigo mismas, es decir, qué carencias arrastran y qué cosas echan de menos en esa aparente perfección que tú ves desde fuera.
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Las comparaciones son odiosas
¿Qué ganamos comparando a nuestras parejas? ¿Llegamos a saber lo que nos falta o lo que nos sobra en nuestra relación? ¿Quieres que tu pareja actual se parezca a tu ex pareja? Probablemente no, ya que entonces deberíamos plantearnos que hacemos manteniendo esta relación actual. Cuando estamos haciendo una comparación, en realidad estamos haciendo algo más. Realmente lo que queremos es que nuestra pareja actual satisfaga algunas necesidades y deseos específicos de la misma manera que otras parejas lo hicieron en el pasado.
Por desgracia, cuando hacemos esta comparación entre parejas y se lo comentamos abiertamente a la actual, los problemas pueden surgir muy rápidamente. Es muy probable que nuestra pareja esté enojada e incluso resentida. ¿Cómo podemos tener nuestras necesidades y deseos satisfechos sin hacer daño y sin comparar? No es tan difícil como parece, simplemente debemos preguntar.
Por ejemplo: consideramos que no estamos recibiendo tanto amor como en una relación anterior. Lo que podemos hacer es preguntar a nuestra pareja si en realidad nos quiere. Recuerda que cada persona quiere de una manera. Decir a nuestra pareja cosas como: «¿Por qué no eres como X?” o «X me quería más que tú” sólo conseguirá traernos problemas.
Pedir que todo el mundo ame igual es imposible. Lo correcto es explicar lo que nos gusta y lo que nos hace sentirnos amados. Con enfoques más generales, sin tener que dar el nombre de otras personas, seguro que conseguimos más que echando en cara lo que antes nos querían. Recuerda: las comparaciones son odiosas. Deja de comprar y empieza a trabajar en tu nueva relación.