El exceso de ego o de vanidad interfiere de una forma negativa en el amor. Así sucede cuando, por ejemplo, una persona cree estar tan por encima de los demás que nunca se enamora de verdad porque tiene cierto complejo de superioridad. Pero además, tiene tal ego que considera que nunca debe ir detrás de otra persona, es decir, que debe ser halagada constantemente.
Pues bien, el momento de limitar las alas del ego llega cuando alguien se da cuenta de que ese modo de ser le hace sufrir, porque interfiere de forma negativa en las relaciones personales. No sólo en el amor, sino también en la amistad, en el ámbito familiar o en el plano laboral.
Una forma de vanidad también se esconde en la chulería. Muchas chicas aseguran que sienten una atracción especial por los chicos duros, que se lo ponen difícil. Este tipo de idea lleva asociado el amor con el sufrimiento. Una idea bastante arraigada que debe ser superada porque el amor real y concreto, lejos de producir dolor te hará sentir mejor contigo mismo. Así que en caso de que haya alguien que te esté haciendo superar mil pruebas, plantéatelo porque el amor no es una carrera de obstáculos sino algo mucho más sencillo cuando se desea por ambas partes.
Por supuesto, el comportamiento contrario a la vanidad es la humildad. Ser humilde es la mejor forma de vivir con los pies en la tierra. Y eso no implica que no puedas ser una persona soñadora que se esfuerza por alcanzar objetivos elevados. Pero ser humilde te ayuda a entender que también tienes defectos, por tanto, podrás ser más comprensivo con los defectos de tu pareja o de tu potencial amor. De hecho, lo que de verdad te convierte en un ser perfecto es aquello que te diferencia de los demás.