Existe un momento que marca un punto de inflexión en la superación de quien vive una relación de expectativas no correspondidas. Aquel instante en el que se da cuenta de que su nivel de implicación y dedicación a esta historia se convierte en tristeza y soledad. Renunciar significa pasar página sabiendo que el hecho de haberlo intentado es un acto de valentía. Y, sin embargo, la posibilidad de que algo cambie en algún momento, esa llamada de la esperanza, hace que ese momento se posponga hasta mañana. ¿Cuándo renunciar a un amor no correspondido?
Cuando esa historia deja de tener sentido
Disfruta de ese momento de ilusión en el que el desenlace feliz de esta iniciativa romántica mueve tu corazón. Pero existe un momento en el que los hechos y las palabras del otro resultan muy claros.
A veces, la duda en torno a un amor no correspondido no se concreta en una verdad final porque el enamorado espera que esa persona especial exprese este desamor como protagonista. Su falta de interés se transmite a través de su ausencia de respuesta, sus decisiones o sus hechos.
Incluso aunque la otra persona sí sienta algo especial, si no demuestra sus sentimientos, también puedes decidir dejar de estar a la espera de que se decida en algún momento.
Cuando esta situación te impide concentrarte en tu vida
Llega un momento en el que el peso del desamor es cada vez más intenso. La situación generada en torno a estas expectativas no cumplidas invade el espacio presente de aquel que, incluso, cambia su rutina de vida. Por ejemplo, se encierra en sí mismo, queda menos con sus amigos o vive a la espera de una llamada de teléfono que no llega. Cuando esto ocurre, incluso antes de que eso pase, conviene decir adiós.
¿Cuándo renunciar a un amor no correspondido? Además de escuchar el propio sentimiento interior, es esencial estar en contacto con la realidad.