Las personas somos celosas de nuestra intimidad por naturaleza, por eso cuando detectamos que otra persona atrae la atención de nuestra amada puede ocurrir una respuesta emocional, mental y conductual llamada celos, en definitiva nos sentimos amenazados y tenemos miedo a perder aquello que tanto queremos. Los celos son naturales y muestran un sentido de posesividad e inseguridad, pero pueden acabar destrozando una relación si no se controlan. En definitiva, los celos pueden ser causados por una relación sentimental o interpersonal de cualquier tipo. No hace falta que nuestra pareja se vea a escondidas con otra persona.
En nuestra vida diaria podemos sentir celos cuando nos veamos en una situación comprometida, lo que acaba generando un ambiente hostil y desagradable. Cuando los celos se vuelven incontrolables es necesario tomar una decisión y cortar de raíz aquello que nos genera esa sensación. También existen los celos enfermizos, generados cuando la inseguridad supera a la persona que se ve envuelta de pensamientos negativos, frustrantes y desoladores. Eso es fatal para la pareja, ya que trae consecuencias muy negativas.
Para no tener celos es fundamental tener una actitud receptiva, abierta y no tener pensamientos negativos sin razones aparentes. La desconfianza dinamita una relación de pareja. Intenta reflexionar sobre tus sentimientos, averigua realmente su origen. Luego háblalo con una persona de confianza pero imparcial, seguramente como tendrá otro punto de vista te ayudará a superar la situación y a reconducir tu relación de pareja. Finalmente, es fundamental evitar sentirse la víctima de lo sucedido, todos somos responsables de nuestros actos y debemos aceptar las consecuencias, ya sean buenas o malas.