Una historia de amor tiene diferentes etapas. Mientras que hasta hace unos años era habitual que cualquier pareja de novios se casara sin haber convivido previamente, hoy día, la situación ha cambiado y la mayoría de las parejas apuestan por la convivencia como una prueba necesaria del amor que permite descubrir la compatibilidad del carácter o también, saber si ambos tenéis el mismo proyecto de vida.
El primer año de convivencia supone un punto de inflexión importante respecto a la etapa del noviazgo sencillamente porque cuanto más tiempo se comparte con el otro más opciones hay de descubrir y valorar sus virtudes pero también de observar sus defectos. Por otra parte, al compartir más horas en común y un mismo techo también es habitual que se produzcan más conflictos como consecuencias de las diferencias. Aprender a resolverlos es una de las claves para poder construir los cimientos de una historia de amor sólida y duradera.
En la convivencia conviene tener humildad, es decir, saber ceder y no querer llevar siempre la razón en todo. Este tipo de actitud soberbia puede terminar alejando al otro y destruyendo la confianza. Por otra parte, también es importante saber respetar el espacio del otro y su intimidad, es decir, convivir juntos no significa que no haya un espacio y un tiempo para que cada uno pueda cultivar sus aficiones en el hogar, por ejemplo, la lectura o escuchar música. O simplemente, estar en silencio.
La paciencia es la mayor aliada de toda convivencia puesto que en la medida en que se conoce más y mejor al otro, la comprensión también aumenta. Pero está claro que el éxito de una convivencia implica un trabajo de equipo muy importante en el que los dos deben poner de su parte. Por tanto, también es esencial la división de las tareas domésticas.