Es cierto que cada amigo puede experimentar su propio camino a nivel vital. Pero también es verdad que, en ocasiones, existen síntomas de alarma en el otro que producen la preocupación en los más cercanos. ¿Cómo actuar en ese contexto? En Son Pareja compartimos cuatro consejos que, en ningún caso, se presentan como un manual de instrucciones.
1. Habla con él
La preocupación crece desde la incomunicación. Tal vez puedas mantener una conversación pendiente, en un momento y lugar tranquilo que sea propicio para alimentar el diálogo. Habla con él desde la escucha y la empatía, aunque no diga aquello que quieres oír.
2. Cuida de él, pero también de ti
No se trata de sobreprotegerle o de asumir que su felicidad depende de ti (porque no es así). Sin embargo, si un amigo te preocupa puedes tenerle más presente por medio de gestos que influyan positivamente en su vida. Por ejemplo, llámale por teléfono con más frecuencia si no puedes quedar personalmente tanto como te gustaría. La preocupación por un amigo puede alimentar el deseo de estar más pendiente de él. Pero para ayudar a otra persona, en primer lugar, debes conectar contigo y atenderte. Tu mundo no puede girar constantemente en torno a aquello que le pasa.
3. Respeto a su intimidad
La preocupación por un amigo no debe convertirse en objeto de comentarios con terceras personas que son ajenas a lo que está sucediendo. Pero tal vez necesites desahogarte con alguien de tu máxima confianza o pedir consejo a alguien a quien admiras por su experiencia vital.
Confía en sus recursos internos y en su capacidad
Existe una razón esencial para evitar la sobreprotección con un buen amigo: él tiene su propios recursos y herramientas internas. Por tanto, confía en su propia capacidad para avanzar.