Tenemos expectativas sobre todo. Un mal planteamiento de las expectativas sobre la relación de pareja puede llevar al traste lo que bien pudo ser una relación estable.
De hecho, muchas relaciones se acaban antes de incluso vivir una relación emocionalmente madura, lo que constituiría la posibilidad de gozar de la libertad, realización y madurez emocional.
Saber fijar expectativas ayudará notablemente a tener expectativas realistas, vitales para el desarrollo sano de las personas y que acaben con las relaciones.
La mala administración de las mismas conduce al fracaso de las relaciones, y tiene relación directa con la frustración que se vive en ellas; situación que inevitablemente llevará a culpar al amor como el causante de tantos dolores.
Para lograr una relación sana basada en la felicidad de la pareja, lo primero que hay que hacer es construirse uno a sí mismo de forma madura, estructurada y equilibrada.
Muchos dolores en las relaciones podrían evitarse si dejáramos la impulsividad del sentimentalismo romántico y nos tomáramos un momento para pensar. Cosa que ocurre en quienes dicen estar enamorados cuando lo que están es ilusionados, y se dejan llevar por expectativas nada realistas.
Son en definitiva relaciones destinadas al fracaso desde el comienzo.
Y muchos llegan a buscar pareja asumiendo que así serán valorados, respetados o creen que al tener una relación obtendrán estabilidad, seguridad con lo que vivirán felices para siempre.
Al final, aquella relación que comenzó con tanta ilusión ahora acaba en medio de rabias, odios y rencores.
Para evitar las frustraciones, se deben fijar las expectativas emocionales en expectativas racionales que dejen disfrutar de las relaciones con un amor maduro que resiste al tiempo y a los conflictos.
Esperar mucho de una relación como esperar poco, llevarán a rupturas prematuras de relaciones que terminarán por enturbiar el amor que había al principio.