A la hora de organizar un plan inesperado, merece la pena tener en cuenta la psicología de las personas. Es decir, existen casos de amigos que siempre tienen su agenda organizada al menos con una semana de tiempo. En ese caso, una llamada de teléfono para proponer un plan inmediato, suele resultar como una invasión emocional, algo que rompe su armonía interior y su seguridad. Por ello, es mejor no actuar siempre de esta forma con personas que quieren tenerlo todo programado ya que en la mayoría de las ocasiones, la respuesta será no.
Para organizar un plan social inesperado, lo mejor es no aspirar a que haya muchas personas, al contrario, puede que sea suficiente quedar con alguien para ir al cine, tomar un café, ir de tiendas, dar un paseo… Es mucho más fácil llegar a un acuerdo con alguien más que con todo un grupo, cuando el margen de tiempo en la programación es tan pequeño.
Si quieres festejar algo más especial, entonces, intenta aunque sea avisar con uno o dos días de tiempo. Y también, lo aconsejable es que des muchas facilidades para que los invitados solo tengan que sumarse al evento sin tener que perder energía en hacer nada, ni en organizar. Por ejemplo, puedes decir a tus amigos que les invitas a tomar un café en una terraza de la ciudad o que has alquilado una película para ver en casa y te encantaría que vinieran.
Cuando invites a las personas, tu actitud es lo que más va a atraerles. Por ello, sé positivo, ten ilusión, en cierto modo, y da una buena acogida. El hecho de saber que alguien tiene ilusión por verte y que quiere pasar un rato contigo, siempre resulta agradable. Los planes inesperados, muchas veces, se valoran mucho más precisamente por eso, porque son totalmente imprevisibles.