La metáfora nos ayuda a entender mejor la realidad, por ello, es un recurso tan utilizado en la literatura y también en la poesía. Y es que, a través de un juego de palabras, es posible ir más allá para poder reflexionar de un modo más profundo sobre un tema en concreto. El tobogán del amor es esa metáfora del sentimiento que atrapa el corazón humano en algún momento de su vida.
Y es que, a lo largo de una historia hay instantes de subida y de bajada, pero también, de estancamiento. Hay situaciones en las que sientes alegría y felicidad, otras en las que te dejas atrapar por la tristeza y el miedo, en ocasiones, puede que sientas celos, que tengas miedo de perder a la persona que quieres… Hay mil opciones sencillamente, porque cada persona se comporta de modo diferente en cada situación en base a su modo de ser y sus valores.
Ese tobogán del amor muestra también de una forma gráfica el vértigo que produce la atracción entre dos personas, el hecho de no saber dónde te llevará esa ilusión que al principio es muy bonita pero que a veces, se vuelve dramática. Todo el mundo tiene miedo de caerse al suelo y de no poder volver a levantarse después de un desamor. De hecho, una de las consecuencias más gráficas de una decepción es que generalmente, la persona siente que no podrá volver a confiar de nuevo en nadie más.
Por suerte, las heridas se curan y el dolor no dura eternamente ni para siempre. Por ello, en general, la gente vuelve a intentarlo, vuelve a sentir ese nudo en el estómago que recorre la gargante con fuerza cuando tienes frente a ti a una persona que te mueve a nivel vital.