El ser humano es racional y a la vez sentimental, es decir, tiene sentimientos y, al mismo tiempo, es capaz de reflexionar sobre aquello que siente. Vivirás en armonía cuando seas capaz de pensar con objetividad y meditar aquello que sientes. Algo que en algunas ocasiones, resulta más difícil dada la fuerza del sentir, por ejemplo, en la primera etapa del enamoramiento. Esta es una de las razones por las que existen expertos en psicología que aseguran que no es bueno tomar decisiones drásticas por amor cuando todavía no se ha pasado esa euforia inicial que te tiene en las nubes sin causa lógica y razonada.
Es decir, el amor tomado como sentimiento es excelente. Sin embargo, debes apostar por un amor basado en la razón. Es decir, debes elegir a una persona que te haga sentir bien contigo mismo, te respeta, te valora al cien por cien, te ayuda a crecer tanto en lo personal como en lo profesional, sabes que puedes confiar y mostrar tu mundo interior… ¿Cómo impedir que el sentimiento nuble la razón?
A veces, escuchando los consejos de aquellas personas que te quieren y te aprecian. Gente a la que conoces desde hace años y que sabes que sólo desea tu bien. Si tu madre, por ejemplo, no ve con buenos ojos tu relación de pareja intenta escuchar sus razones. Eso no significa que ella tenga razón pero tal vez, esté en lo cierto. Por otra parte, también tienes que tener la madurez necesaria para poder equilibrar sentimiento y razón porque es importante que cuides de ti mismo.
Seguro que en alguna ocasión pusiste tus ojos en alguien y creíste que sería para siempre. ¿Cómo te sentiste después de la decepción? Intenta pensar en qué aprendiste de aquel error y llévalo a la práctica ahora. Que seas feliz.