La amistad, cuando es presente, se actualiza. Incluso aunque dos personas se conociesen hace veinte años, esa relación no ha quedado atrás. Los dos amigos están conectados con la realidad del momento. Sin embargo, existe otro tipo de amistad. Y es aquella que pervive más en el pasado que en el presente. Aquellas relaciones que se alimentan de los recuerdos de siempre y de las anécdotas que los protagonistas conocen de memoria. Ese pasado eclipsa el ahora.
El peso del pasado en la relación
Este tipo de relación no tiene por qué suponer un conflicto interpersonal si el punto en el que ambos amigos se encuentran es el mismo. Cuando las expectativas de uno de los dos sobre esta amistad son más altas, corre el riesgo de frustrarse y de sentirse vacío porque allí donde busca presente, encuentra la respuesta del pasado.
¿Por qué se producen este tipo de relaciones? Por la propia lealtad que produce el recuerdo cariñoso de ese tiempo compartido en común. Sin embargo, en determinado momento, cuando las circunstancias de vida de uno o ambos protagonistas cambian, entonces, también se produce un giro en la relación que queda en un segundo plano.
Amistades que se forjan sobre cimientos de recuerdos de otro tiempo, pero con poca actualidad en torno a nuevos planes, nuevas conversaciones y demostraciones sinceras de amistad en términos de acción. Una persona puede ser amiga en un momento y dejar de serlo en otro. Al menos, tú puedes sentirlo en tu interior. De lo contrario, sería relativamente sencillo ser amigos para siempre si para alimentar una relación solo hiciesen falta recuerdos del pasado.
Amistades que se acaban
A veces, dos personas se repiten a sí mismas que son amigas por la fuerza de la costumbre. Sin embargo, la realidad es que aquellas amistades que sobreviven por la fuerza de los recuerdos del pasado y los momentos compartidos no tienen la misma entidad que aquellas que se actualizan con nuevas escenas.