Existen muchas decisiones importantes en el ámbito de la pareja. La boda es una de ellas. El impulso romántico puede hacer que, al compás de esa nube de felicidad marcada por las mariposas en el estómago y los latidos de enamoramiento, el deseo del “sí quiero” aumente su frecuencia. Sin embargo, es recomendable esperar hasta que pase esta etapa en el caso de aquellas parejas que tienen este proyecto. ¿Por qué motivo?
Observar la realidad del amor
Comprometerte en un instante en el que toda tu vida te parece de color de rosa hace que no estés realmente preparado para atender a la realidad de tu historia tal y como es. En esta historia no solo existen fortalezas, también hay debilidades. Y deberías ser consciente de ello. Pero la venda del enamoramiento no te deja ver el núcleo de la realidad en esencia.
Atender a la razón
La exaltación de la emoción es real durante los primeros meses de noviazgo. Cuando el plano emocional se calma, puedes escuchar mejor qué te dice tu entendimiento y tu razón sobre este propósito de casarte y sus consecuencias. Es decir, aplica la lógica al plano afectivo.
Conocimiento mutuo
Solo puedes amar a alguien de manera incondicional cuando conoces su modo de ser real. A su vez, tu pareja solo puede quererte del mismo modo cuando sabe quién eres. Por ello, es muy importante esperar a que se calme la fase del enamoramiento porque es en este punto cuando estás más preparado para conocer a tu pareja tal y como es y no como te gustaría que fuese.
Preparación emocional
La celebración de una boda trasciende al plano simbólico de una fiesta del amor en la que los protagonistas están rodeados de familiares y amigos. La boda marca el punto de inflexión hacia una nueva etapa de la relación. El noviazgo es un tiempo de conocimiento sincero que evoluciona más allá del enamoramiento.