Pensar mal de los demás


Existen personas que siempre se ponen en lo peor. De hecho, justifican este comportamiento en base al propio bienestar interior. De este modo, cuando te has preparado para lo peor, siempre es una alegría que suceda algo bueno. ¿Pero por qué vivir pensando en lo malo, en traiciones, decepciones y tristezas? Sin duda, las relaciones interpersonales son mucho más gratificantes cuando se da una oportunidad a los demás. Lo cierto es que a lo largo de la vida, en realidad, hay que dar más de una opción, teniendo en cuenta que el perdón es una forma de empezar de nuevo.

Pensar mal de la pareja o de los amigos sólo te llevará a que se pongan a la defensiva. De este modo, este proceso interfiere de una forma negativa en la comunicación. Se rompe la calma, la paz y la estabilidad. Muchas personas celosas lo son sin ningún motivo razonado y fundamentado pero se han acostumbrado a ser así, es decir, se han acostumbrado a pensar mal de los demás.

Aquellos que tienen esta actitud ante la vida deberían empezar a cambiar este hábito. Parar el pensamiento y preguntar antes de hacer hipótesis. Es decir, hacer preguntas para poder resolver las dudas y dejar que sea el otro quien dé su testimonio en primera persona. A la hora de comprender a los demás, se debe tener una actitud tranquila y asertiva. Pero especialmente, siempre se debe fomentar el respeto. En general, las personas que son muy positivas son aquellas que mejor piensan de los demás. Por el contrario, son las personas negativas las que muestran más su inseguridad.

Por otra parte, la base de dicho pensamiento negativo puede residir en una baja autoestima. Por ello, es fundamental empezar a mejorar el concepto y la valoración que cada uno tiene de sí mismo.

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