Los inicios de una historia de amor adquieren un valor emocional desde la descripción de las mariposas en el estómago y las expectativas. ¿Qué errores es mejor evitar en esta etapa?
Etiquetar el vínculo
El conocimiento entre dos personas es gradual y la intimidad del amor nace de manera natural siendo este autoconocimiento el que aporta las respuestas que se hacen los enamorados. Sin embargo, a veces ocurre que las personas comienzan a impacientarse en la teoría por calificar ese lazo de un modo en concreto. La pregunta; «¿qué somos?» es un ejemplo de ello.
No por poner nombre a la relación antes de tiempo eso aporta un mayor nivel de madurez al vínculo.
Implicarte con alguien no disponible emocionalmente
Observas que tú das más de lo que recibes. Te das cuenta de que la otra persona no comparte información personal sobre sí misma ni tiene interés en conocer tu modo de ser realmente. En la historia se producen giros inesperados e incoherentes. Por ejemplo, no te responde a mensajes y casi nunca te llama. Sin embargo, tú sigues allí creyendo que la felicidad de esta relación depende de tu implicación.
También puede producirse la situación contraria: comenzar una relación con alguien a pesar de estar en un momento de no disponibilidad emocional para el amor.
Idealizar a pesar de la experiencia previa
Cuando una persona ya ha vivido un desamor y ha tomado conciencia de la trampa que existe en la idealización, conviene evitar volver a caer en esta actitud, al menos, de forma consciente. Creer que tu felicidad depende de esa persona y sentir que solo tiene virtudes son ejemplos de idealización que conviene minimizar en una nueva relación.
El riesgo de la idealización produce una visualización de futuro en la que, a pesar de que no conoces realmente al otro, sientes que puedes predecir cómo se van a desarrollar los acontecimientos entre vosotros.