Podría parecer contradictorio puesto que cualquier persona desea en teoría encontrar su felicidad. Pero en cambio, en la práctica, la felicidad también puede dar miedo y paralizar como bien muestra el ejemplo de quienes arruinan sus relaciones con pensamientos negativos. El miedo a ser feliz está vinculado con creencias irracionales que conviene revisar para decirte a ti mismo frases del tipo, “soy una persona valiosa”, “me merezco lo mejor”, “yo también merezco encontrar el amor y ser feliz”. No es suficiente con decirte estas frases porque tienes que creerte de verdad estos mensajes. De lo contrario, no produce ningún efecto.
Piensa en soluciones
No pongas el foco de atención en tus emociones porque pueden agrandarse bajo el efecto lupa. Busca soluciones a esos temas que te preocupan. Puedes leer libros de autoayuda para conocerte mejor a ti mismo.
Pequeños grandes pasos
Cuando estamos estancados en el miedo, cualquier pequeño paso es un gran cambio en nuestra posición existencial. Por ejemplo, puedes hacer oídos sordos a esos miedos que te paralizan y actuar de acuerdo a tu criterio racional. Racionalizar los miedos es una forma de espantarlos. Por otra parte, en situaciones que te den cierto temor, también puedes realizar el ejercicio práctico de imaginar que un amigo tuyo está viviendo esas vivencias ahora mismo. ¿Qué le dirías en ese caso? Puedes realizar también la práctica de escribir una carta expresando lo que piensas.
El miedo a ser feliz en el amor es muy posible. El primer paso para tomar conciencia de por qué está ahí ese miedo es analizar su causa. Haber vivido una adolescencia difícil y con cierto vacío social, haber sufrido muchas decepciones sentimentales, haber perdido la fe en el amor o haber visto una historia difícil en los padres pueden ser causas que estén asociadas con el miedo a ser feliz.