Enseguida notamos en una conversación cuando una persona acepta nuestra compañía, y también cuando somos rechazados. Todos, realizamos una serie de gestos rituales que son captados inconscientemente por nuestro interlocutor, aunque algunos parecen no darse cuenta, y es que lo normal es que ni siquiera nos percatemos de que lo hacemos.
Una sonrisa franca, y abierta, es una señal clara de aceptación, como lo es arquear las cejas, hacer movimientos afirmativos con la cabeza, o inclinar el cuerpo hacia quien está hablando. Los ojos bien abiertos con las pupilas dilatadas, y aguantar la mirada, es tan expresivo como humedecer los labios con la lengua o mover las manos, incluso los leves toques al compañero son gestos que hacemos prácticamente sin enterarnos y que indican lo agradable que nos resulta la compañía.
Todos estos gestos, son la antesala para que continúe el ritual hacia un contacto más íntimo hacia nuestro compañero, y quien sabe si futura pareja. Por el contrario, un bostezo, o muecas significativas con la cara, dejan constancia de una falta de interés y aburrimiento, igual que negar con la cabeza. Nuestra falta de interés se nota con la mirada fría y las pupilas relajadas, fumar un cigarrillo tras otro, y en definitiva apartarnos cada vez más de nuestro compañero.
Todos estos gestos constituyen el llamado lenguaje no verbal, algo de lo que se ha escrito mucho, y que a ciencia cierta no se puede decir que haya un compendio que nos diga que es bueno y que es malo en estos gestos. Lo más importante es ser uno mismo, mostrarse tal cual, y es que ahí reside la esencia de las personas, si queremos agradar, agrademos como somos.