El amor es un tema de dos por ello, cuando te enamoras de otra persona no tienes que dar por supuesto que desea llevar la relación del mismo modo que tú y a la misma velocidad. Cuando hablo de velocidad me refiero, simplemente, a temas tan humanos como el hecho de conocer a sus amigos, o más en concreto, el hecho de conocer a su familia. La realidad es que hoy día muchas personas corren en exceso a la hora de conocer todo el entorno de su pareja.
Se dejan llevar por la velocidad perdiendo de vista que en realidad tal vez no conocen de verdad al otro. Y de hecho, este conocimiento mutuo es una de las cosas más bonitas del amor y de las más necesarias. Conocer a otra persona es algo mucho más profundo que saber cómo se llama su madre o cuántos hermanos tiene. Conocer al otro significa descubrirle en su verdadera esencia.
Por ello, merece la pena dar tiempo al tiempo y que al inicio te centres únicamente, en conocer al otro y que el otro se centre en conocerte a ti al cien por cien. La verdad es que es mucho más romántico y algo mucho más real y natural que el hecho de querer formar parte de la familia del otro como si hiciese años que estáis juntos. Ya habrá tiempo para compartir celebraciones con los demás en el futuro.
Respetar el ritmo de la otra persona es más importante de lo que parece a simple vista porque en caso de que fuerces al otro puede alejarse incluso cuando también estuviese empezando a sentir algo por ti. Cada sentimiento crece a una velocidad diferente, no existen normas y pautas fijas porque el corazón es imprevisible.