Uno de los defectos que más disgusta a los puntuales es, precisamente, la falta de respeto de aquellos amigos que a pesar de haber quedado a una hora concreta, siempre llegan tarde, mostrando una falta de consideración hacia el tiempo ajeno. Lo cierto es que cuando tenemos un amigo impuntual, tendemos a tomarnos esta actitud como algo personal cuando en realidad, se trata de un comportamiento que la otra persona mantiene en distintas áreas de su vida. Eso no significa que no debamos aspirar a que dicho amigo llegue en la hora exacta. ¿Qué puedes hacer tú para enseñarle que tu tiempo es importante y que quieres que lo valore?
Cómo actuar en este tipo de casos
Es muy importante intentar adoptar medidas prácticas en este tipo de situaciones porque lejos de ser un aspecto superficial suele ocurrir que muchas personas reprimen el malestar que les produce estar esperando un día y otro a ese amigo que parece no cambiar de actitud. Y sin embargo, en deternimado momento, se produce el efecto de olla a presión y la persona dice: «Hasta aquí hemos llegado».
Si tienes un amigo que siempre llega tarde a vuestros planes puedes decirle, claramente, que le esperarás diez minutos más y si no llega, te irás. Y si se produce esta situación, hacerlo. A todos nos enseñan más las palabras que las acciones.
Otros consejos prácticos
Si no quieres aplicar esta idea, también puedes buscar la parte práctica de las esperas. Por ejemplo, puedes quedar con tu amigo en la puerta de una librería. Así mientras estás esperando, puedes entretenerte echando un vistazo a las novedades bibliográficas. También puedes quedar en una cafetería y, en lugar de esperar sin hacer nada, puedes aprovechar la pausa para leer el periódico o una revista.
Como medida práctica, también puedes llegar tú también diez minutos más tarde de la hora prevista para que el tiempo de espera sea reducido. Lo más importante en este tipo de situaciones es practicar el sentido del humor e intentar valorar a ese amigo por sus virtudes.