¿Pasión sana o destructiva? La pasión puede ser sana. Así sucede cuando te enamoras de alguien por quien sientes una gran ilusión, disfrutas haciendo planes en común, te sientes afortunado por estar viviendo ese momento, ver la vida del mejor color bañado por el optimismo que hay en ti… Pero en cambio, muchas personas también son víctimas de una pasión destructiva. ¿Qué diferencia existe entre el sentimiento gratificante y el insano?
Aquellas personas que viven una pasión destructiva son víctimas de una obsesión. Por tanto, la obsesión implica pasar de la euforia al llanto con gran facilidad. Por otra parte, también existe algo de desesperación en tanto que se cree que la vida será vacía en caso de perder a la persona que es objeto de dicha pasión.
Es bonito ser una persona apasionada pero siempre en su justa medida. Y también, en función de las circunstancias y del momento. Es decir, no es saludable que el amor te robe energías en el trabajo o en tu carrera profesional. Esto es lo que suele pasar cuando te enamoras de forma obsesiva, estás todo el día pensando en esa persona. Y lo que es peor, crees que la evolución de la historia está en tus manos y que todo depende de tu control. Nada más lejos de la realidad, una pasión es saludable precisamente porque se trata de un juego de dos personas que se implican del mismo modo porque sienten algo especial.
La pasión insana es una forma de relación destructiva que produce mayor malestar que placer. Pero muchas personas creen que el amor es pura emoción. Lo cierto es que el equilibrio y la armonía es lo que de verdad te hará sentir mejor contigo mismo. ¿Qué hacer con una pasión insana? Cortarla, marcar distancia con la persona que la causa.