Parejas que tocan la felicidad


Aunque, por desgracia, no sea una situación que se dé de manera frecuente, hay parejas que expresan haber encontrado de pleno la deseada felicidad.

Muchas personas coinciden en afirmar que las relaciones sentimentales al principio suelen ser maravillosas, sin embargo más tarde, en la convivencia las cosas no resultan ser como uno se había imaginado.

Instalarse definitivamente en la felicidad junto a tu pareja depende en gran medida del desarrollo de los complejos. Según los estudios del investigador y filósofo Walter Odermatt, existen cuatro tipos de complejos: el complejo de madre, el complejo de padre, el complejo de inferioridad y el complejo de culpa.

La pareja ha de ayudarse mutuamente a fin de superar estos obstáculos. Se trata de descubrir qué complejos negativos poseemos que generan problemas y frustraciones en la relación, y que te conducen a un estado de tensión que incluso puede causar una crisis.

El complejo de madre negativo se da en el individuo cuando éste actúa como un niño pequeño que todavía necesita a su madre. También se muestra en un cuidado excesivo por los demás, en imponerles su ayuda e impedir su independencia. Muchas personas sufren por exigir a la pareja la propia felicidad.

Para superar el complejo de padre en la relación de pareja, tanto él como ella han de ser fuertes y mantenerse firme en las opiniones correctas sobre el ideal y no hacerse dependientes de las opiniones de los demás y adaptarse a ellas por satisfacer la tradición de la sociedad o de los propios padres.

Es fundamental recapacitar sobre el valor de las distintas capacidades del hombre y la mujer y en concreto de cada individuo. Sólo así se evitará caer en el complejo de inferioridad negativo. Cuando la persona amada no ha desarrollado algo necesario o adecuado, la tarea es ayudarle a que lo haga.

Comprender el complejo de culpa lleva a analizar el defecto de la soberbia. Ésta es el gran enemigo para alcanzar el estado pleno de felicidad. Cada miembro de la pareja debe asumir los fallos cometidos con la intención de rectificarlos y no volver a cometerlos. Únicamente de esta manera el ser humano puede mejorar y acercarse humildemente a la perfección.

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