En ocasiones, las ganas de una persona de tener un proyecto de vida, hacen que se adelante al mañana. De este modo, muchas personas jóvenes sueñan con cómo será su vida en la etapa adulta, imaginan el día de su boda y cómo será su príncipe azul. Sin embargo, la mente y la realidad, en ocasiones, tienen poco que ver. Es decir, lo mejor, es aprender a vivir el día a día y aceptar las cosas tal y como vienen.
Por otro lado, desde el presente puede resultar fácil hacer planes para mañana, pero a lo mejor, cuando llegue ese momento piensas de distinto modo a como piensas ahora. Por ejemplo, muchas niñas se imaginan casadas a los 27 años. Sin embargo, puede que cuando cumplan esa edad se sientan todavía muy jóvenes para dar ese paso. ¿Qué existe detrás del deseo de planificar? La necesidad de tener el control de la situación y el deseo de no vivir al compás del azar. Pero en realidad, el azar es lo que hace que tu vida sea de verdad sorprendente cuando te sucede algo inesperado en el momento en que menos piensas.
La vida de un ser humano es muy rica, por ello, relájate y disfruta de cada etapa de la vida. Existe un momento en el que la idea de planificar el futuro en común es un hecho: el día de la boda cualquier pareja asume que el compromiso es todavía mayor a partir de ese instante. La idea de un amor para toda la vida refleja el compromiso necesario para ceder por ambas partes. Y también, para asumir la responsabilidad del sí quiero. Más allá de esta cuestión, ni siquiera en ese momento, conviene planificar el futuro hasta el más mínimo detalle porque no todo cae bajo el control de la voluntad. Sin embargo, muchas parejas se comportan desde el primer día, como si ya supieran el número de hijos que van a tener.