En la adolescencia, la mayoría de las personas creen en el amor verdadero, en la posibilidad de conocer a alguien especial con quien compartir la vida. De hecho, existen historias que comienzan en esa etapa y duran siempre. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los romances adolescentes tienen fecha de caducidad. Conforme más experiencias frustradas arrastra una persona sobre sus espaldas, más opciones tiene de terminar adoptando de una forma equivocada una actitud escéptica ante el amor. En la medida en que te predispones de una forma negativa hacia el amor, también es más difícil que puedas encontrar a alguien que de verdad te importe. La desconfianza no es una buena base para empezar a amar.
Por otra parte, también existe una experiencia traumática para muchas personas. El hecho de haber sido víctima de una infidelidad hace que algunas personas se adelanten al futuro y piensen que la experiencia se puede volver a repetir. Sin embargo, tu futuro no determina tu futuro, por ello, vive el presente y no juzgues a nuevas personas en base a la actitud de alguien del pasado. Cada ser humano es único e irrepetible, por ello, no pierdas tu capacidad de dejarte sorprender por el destino.
El miedo también causa escepticismo sentimental. Algunas personas prefieren convencerse de que en realidad no quieren enamorarse por el miedo de volver a sufrir. Se autoengañan porque en realidad, sí deserían volver a encontrar a alguien especial pero prefieren ponerse una coraza para no arriesgarse a un nuevo fracaso. Que una historia no salga bien, en realidad, no es un fracaso como tal, simplemente, una historia que no terminó como a ti te hubiese gustado. Sin embargo, el secreto de la felicidad siempre reside en arriesgarte a vivir y no en adelantarte a los acontecimientos. Si otras personas encontraron a su gran amor, tú también, puedes.