En la sociedad actual es difícil pensar que la belleza, y lo que es más importante, el bienestar, es algo que no sólo está ligado con el plano físico sino también, con el anímico. Cada día puedes abrir tu armario y elegir exactamente el look que quieres lucir ese día. Sin embargo, el alma no entiende de disfraces y más allá de lo que muchas veces aparentamos por fuera, sólo existe una única realidad interior. En ocasiones, positiva: así sucede cuando te sientes alegre, esperanzado, motivado, ilusionado y con ganas de vivir.
Pero también se puede producir el estado contrario: es decir, puedes sentirte triste, apático, amargado y con sufrimiento. En la mayoría de las ocasiones, los sentimientos de dolor proceden de tener la sensación de no ser lo suficientemente valioso. Así sucede, por ejemplo, ante el desamor. Muchas personas se sienten culpables por no ser correspondidas. En vez de aprender a quererse, lo que hacen es hundirse cada día más.
El maquillaje para el alma es una metáfora de esos cuidados emocionales que necesita tu espíritu: amistad, cultura, conocimiento, compañía, ilusiones, sueños… Todo eso te ayuda a estar mejor contigo mismo, por tanto, abre tu mapa del mundo y deja de centrarte únicamente en aquello que te produce dolor.
Piensa en otra cosa, sencillamente, porque por mucho que des vueltas a un mismo tema no se va a solucionar así porque sí. Y mucho menos, si estamos hablando de un desamor porque nadie puede interceder en la voluntad ajena. Tú eres alguien que merece la pena al margen de la opinión de los demás. A veces, hay que buscar mucho tiempo para dar con las personas adecuadas. Pero lo más importante es que seas tú quien aprendas a tratarte del mejor modo posible.