Muchos de los cambios que vivimos en la vida vienen acompañados por un casi inevitable periodo de estrés previo. En el contexto del matrimonio existen situaciones que aún siendo motivo de felicidad, también producen este nivel de intranquilidad. ¿Cuáles son?
Un cambio de casa
El proceso de mudanzas altera de forma directa la rutina de la pareja que se despide internamente de una casa mientras hace los preparativos para adaptarse a otra nueva. Y la organización de los muebles, las maletas y demás enseres personales puede causar una enorme sensación de caos y desorden. Esta es una de las razones por las que muchas parejas prefieren delegar la mudanza en una empresa especializada. La compra de una casa también produce cierto nivel de estrés al ser una inversión alta.
Las discusiones por las tareas de la casa, por ejemplo, los reproches de desorden que uno puede hacer a otro, también estresan.
La llegada del primer hijo
La llegada del primer hijo es motivo de ilusión, sin embargo, también implica una serie de cambios de alta responsabilidad para las parejas que generalmente, se exigen mucho a sí mismas. Además, los padres y madres también sienten que su rutina personal cambia de forma notable ante la importancia de atender las necesidades del bebé que demanda mucha atención durante su primera etapa.
Un cambio de puesto de trabajo
Los cambios profesionales también suelen tener reflejo en la vida personal. Cambios positivos como un cambio de puesto que implica una mayor responsabilidad en la empresa también puede influir en la vida de familia.
En general, todos estos cambios que pueden producir estrés en un primer momento pueden superarse con éxito gracias al tiempo de adaptación necesario. El estrés está producido por una causa lógica, por esta razón, desaparece una vez que las parejas ya han integrado en su vida los cambios provocados por ese factor.