Hay algo que por mucho que le cueste aceptar al ser humano es un hecho: nadie puede interpretar la mente de la otra persona, nadie puede saber qué le sucede al otro desde fuera, por ello, interpretar a partir de detalles concretos que alguien se ha enamorado, y darlo como una verdad casi científica, puede hacerte sufrir mucho, sencillamente, porque te estás generando expectativas a ti mismo que están sacadas fuera de contexto. Por ello, la experiencia es un grado a la hora de actuar con prudencia en el amor, al menos, a la hora de no generarte falsas ilusiones con nadie.
Por ejemplo, por el simple hecho de que alguien haya sido detallista contigo no se puede deducir que sienta algo especial. En primer lugar, porque puede que sea una persona amable en general con todas las personas. Y en segundo lugar, porque puede que sí tenga esos detalles contigo porque te aprecia pero no en el sentido que a ti te gustaría. Saber que alguien te tiene cariño es fácil, sencillamente, porque te lo muestra. Pero lo que no es tan fácil en un primer momento, es saber qué tipo de cariño siente por ti la otra persona.
¿Qué hacer para salir de dudas? Preguntárselo o dar tiempo al tiempo. Por otra parte, en muchas ocasiones, se producen conflictos interpersonales por interpretaciones sacadas de contexto. Existen discusiones que no terminan nunca al compás del “tú me dijiste”. En ese caso, conviene aprender a escuchar mejor para entender la postura de la otra persona. Todas estas situaciones generadas por interpretaciones sacadas fuera de contexto nos recuerdan que la subjetividad puede jugarnos muy malas pasadas. Y también, que es importante mejorar la comunicación en todos los ámbitos de la vida para no dar tantas cosas por supuestas. Y que también, muchas veces, la ilusión va por delante de la realidad.