La mayoría de los hombres suele tener ideas fijas sobre las mujeres. Hablamos de tópicos, algunos de los cuales están fuertemente instalados en la mente masculina.
Suele ser extendido entre los hombres el razonamiento de que las mujeres se critican sin parar y la mayoría del tiempo son muy hirientes entre ellas.
Tal vez haya algo de verdad en que las mujeres están en rivalidad permanente para conquistar o mantener a un hombre. Y por ello, las críticas les sirven para desestabilizar al adversario y darse confianza.
Sin embargo, la solidaridad entre las mujeres también existe. Ésta es una cualidad que debería cultivarse y cuidarse con esmero, sobre todo en las civilizaciones occidentales.
Según los expertos las mujeres tienen menos capacidad para reírse de sí mismas que los hombres. Para tener humor, hace falta una cierta distancia de uno mismo, y sobre todo, una verdadera confianza en sí. Los hombres, en general, son seres más seguros, por lo que ven más fácilmente la diferencia entre quienes son y lo que hacen, y se permiten más bromas.
El mundo masculino dice que las mujeres tienen dificultades a la hora de orientarse. Los hombres y las mujeres tienen dos sentidos de la orientación bien diferentes. Los varones tienen una visión global del espacio, casi del dominio de lo abstracto. Sin embargo, en las mujeres es más concreta incluso pragmática. Circulan con referencias visuales, generalmente saben que hay que girar a la derecha al llegar a la panadería, por ejemplo. De repente, cuando falta una referencia, a veces están perdidas, pero a diferencia de los hombres, cuando se da el caso, preguntan por el camino.
Se cree con firmeza que las mujeres sólo tienen conversaciones banales entre ellas. A los hombres les gusta pensar que son más interesantes porque hablan de política o ecología, pero hay que saber discutir con inteligencia. Una cosa es cierta: las conversaciones más ligeras permiten despejar la mente, desestresarse, y son buenas…
Y otra de las ideas arraigadas en la mente de los hombres es que las mujeres no son aficionadas al sexo. A nivel biológico, los hombres producen más testosterona que las mujeres, lo que implica un deseo sexual incrementado. Se derivan pues dos lógicas sexuales: para los hombres, el deseo va a ser más mecánico, mientras que para la mujer, los sentimientos tienen mayor relevancia. Pero esto también puede cambiar, hay estudios que han demostrado que una mujer enamorada tiene tantas ganas de hacer el amor como su chico.