Tareas del hogar en pareja


No es cuestión de que uno de los dos asuma el peso de las actividades domésticas. Hay que llegar a un acuerdo y establecer una repartición justa. Si acabas de iniciar tu convivencia en pareja es lógico que te asalten preguntas como: ¿Qué medidas existen para consolidar la pareja y compartir las nuevas tareas? ¿Cuáles son los tiempos de cada uno? ¿Cómo se consigue más solidaridad entre los dos miembros que forman la pareja?

En España, las estadísticas reflejan que la distribución de tareas es equivalente a “fuente de tensión”. Pero para dar con una solución eficaz los legisladores han establecido en el contrato matrimonial civil la obligación de ambos cónyuges a compartir tanto las tareas del hogar como el cuidado de niños y ancianos.

Hoy día las mujeres se ven sometidas a una triple jornada laboral. Hacer frente al mismo tiempo al papel de ama de casa, madre y profesional liberal, se traduce en la aparición de un pronunciado estrés. Por esta razón no es de extrañar que los hombres con solidaridad doméstica despierten en ellas un deseo mayor de permanecer junto a ellos. “Los hombres más jóvenes empiezan a reaccionar y a asumir nuevos papeles en las familias españolas”.

Pero es que la situación a la inversa también funciona. A los maridos también les gusta que sus esposas sean hacendosas. Las que se hallan dentro de este grupo obtienen una gratificación sexual más alta.

Y es que el tercer motivo de éxito en el matrimonio reside en la entrega conjunta a las labores domésticas. La fidelidad y una relación sexual satisfactoria serían los dos primeros factores influyentes en la consecución de la felicidad.

La ciudad de Granada ha puesto en marcha un programa que ayuda a la pareja a conciliar la vida laboral con la familiar. Hablamos de un una iniciativa llamada “Malabaristas en el tiempo” y que está financiada con fondos de la Unión Europea.

Reparto de tareas domésticas


El asunto de las tareas domésticas en el ámbito de las relaciones de pareja, se ha convertido en muchos casos en un tema delicado por el que se han producido muchas discusiones e incluso rupturas.

Concretamente se trata de la repartición de los trabajos domésticos de la casa de manera equitativa. Y aunque se trate de repartirlas lo mejor posible, el mayor problema que nos encontramos es que la mujer por lo general, termina haciendo más que el hombre al menos dentro de la casa.

La verdad es que no hay justificación válida para esta inequidad. Basta con darse cuenta que ambas personas están viviendo bajo el mismo techo para que el sentido común dicte un reparto equitativo de las tareas.

Obviamente igualdad no significa que marido y mujer deban hacer exactamente lo mismo en el hogar ni dedicar exactamente el mismo tiempo al trabajo de la casa. Lo ideal sería que cada cual se ocupara de aquello que haga mejor, que las tareas del hogar estén compartidas y que ambos reconozcan y valoren lo que hace el otro.

Aunque existen muchos quehaceres en los que ambos pueden colaborar. El asunto se reduce entonces a una comunicación efectiva con la pareja acerca de este tema, y la manera detallada del mismo será lo que mejor resultado brinde a la pareja.

Cuando las reglas son claras desde un principio, la relación marcha de un muy buen ánimo. Cada uno de los componentes de la pareja sabe las tareas diarias que tiene que hacer y puede distribuir mejor su tiempo libre tanto para la pareja como tal, como para su yo individual. Evidentemente, esto tiene gran repercusión en el desarrollo de la vida conyugal.