Deja fluir los sentimientos de verdad. Los sentimientos humanizan a las personas, forman parte de la naturaleza humana, es decir, el hecho de sentir te hace realmente grande, especial y vital, de lo contrario, como dice Aristóteles, las personas pasarían por el mundo como si fuesen plantas, causando una total indiferencia. Los sentimientos te humanizan, por tanto, deja que fluyan sin miedo en el contexto del amor y de la amistad. En ocasiones, a partir de los sentimientos se hacen juicios de valor. Por ejemplo, quien vive un amor no correspondido puede tener una amarga sensación de fracaso. Para aparcar esta sensación, lo mejor que puedes hacer es entender que un sentimiento es bueno en sí mismo y no en base a los resultados obtenidos.
Lo contrario a dejar fluir los sentimientos es reprimirlos. Algo que también se hace de una forma habitual en el amor, por ejemplo, ante el miedo al rechazo existen personas que no toman la iniciativa, del mismo modo, algunas personas tímidas tienen vértigo a la hora de abrir su corazón ante el otro, las personas racionales al extremo no imaginan la idea de perder el control sobre el sentir… Como siempre, la sabiduría reside en ese difícil equilibrio de dejar fluir los sentimientos pero sin vivir a merced del más absoluto sentimentalismo. A la hora de dejar fluir los sentimientos, puede suceder que de entrada, una persona que no está acostumbrada a ello, se sienta un tanto incómoda.
Sin embargo, las competencias emocionales se entrenan y se perfeccionan a través de la práctica y de la acción reiterada. Déjate llevar, no tengas miedo de perder el control de vez en cuando porque en la vida, no se tienen respuestas en todo momento. Simplemente, en ocasiones, hay que sentir al cien por cien para saber qué hay de verdad en ese sentimiento. ¿Acaso nunca visite un amor que fue un espejismo?