Lograr la felicidad es una tarea del día a día de cada uno de nosotros, pero muchos tienden a pensar cuando se vive en pareja o cuando comienzan una relación, que la búsqueda de la felicidad, ha concluido y que hemos encontrado quien nos haga felices. Ciertamente, nuestra pareja nos provee de esa felicidad, con su amor y su apoyo.
Su sola presencia puede hacernos sentirnos a gusto, pero no es exactamente quien debe proveernos de esa felicidad, solamente nos inspira la felicidad. Constantemente ellas y ellos se quejan de la falta de emotividad de sus parejas, de los mimos que reciben, los cuales, nunca les parecen suficientes. Muchos piensan que su pareja no se esfuerza por darles felicidad, ésa es una parte de las relaciones que no deja de causar dolor y resentimiento, porque uno se siente defraudado.
La felicidad es un logro individual, que no podemos trasladar a la pareja con la que compartimos el amor, si podemos beneficiarnos del sentimiento que nos inspira y que nos da felicidad pero no podemos pensarnos que debe darnos días de completa felicidad. La felicidad conyugal se logra a través de la comunicación y de compartir todos los aspectos emotivos y físicos con alguien que nos es importante, pero el sentimiento de felicidad plena, lo provee la vida en común con sus pequeñas contrariedades y sus ratos de felicidad.
No se puede esperar que alguien a quien amamos por ser como es, un día deje de ser así o deba dejar parte de su vida o las cosas de las que disfruta por concentrarse en la relación.