El amor, en teoría, representa un estado ideal de la vida, sin embargo, en la práctica, cada persona tiene su propio concepto de lo que supone estar enamorado. Y aquellas personas que han quedado marcadas de una forma negativa por experiencias traumáticas, puede que se hayan cerrado a la posibilidad de amar porque creen que nunca van a ser correspondidas. De esta forma, se encasillan en la soledad, se acomodan en una situación a la que han llegado más que por convencimiento, por una deducción equivocada de la propia experiencia: un pasado con fracasos sentimentales no es sinónimo de un futuro poco esperanzador en el terreno de la pareja.
Aquellas personas que no se permiten amar tienen tantas barreras que no se permiten profundizar en una historia, no dejan que los sentimientos vayan a más, ni que haya más acercamiento con otra persona. Su actitud y su predisposición hacia el amor es tan negativa que al final, son ellas mismas quienes tienen que tomar conciencia de que el cambio, es cuestión de actitud.
Curar las heridas del pasado no es sencillo y más, cuando existen heridas que son incontables. Pero vivir con el lastre de ese dolor sobre la espalda es otra forma de amargura que vivida día a día también es limitante. Por ello, merece la pena hacer el intento de vivir con la ilusión de creer que en algún momento, en algún lugar, encontrarás a esa persona especial, de verdad, para ti. Esa persona que te quiera y que te valore como mereces. Pero para que eso suceda, tienes que darte la oportunidad de amar.
Para romper las barreras de una soledad basada en el sufrimiento, puede ser conveniente, en algunos casos, la ayuda de un psicólogo para iniciar una terapia y descubrir el mundo interior.