La ley de la atracción está basada en un principio fundamental: “Recibes en tu vida, lo mismo que das”. Es decir, atraer aquello que creas a través del pensamiento. Por ello, si te dices frases negativas del tipo: “Nunca voy a encontrar el amor”, es probable que confirmes tu propia hipótesis, sencillamente, porque a través de este mensaje estableces una frecuencia negativa, una especie de onda que aleja el deseo que estás pidiendo. Por ello, debes aplicar la ley de la prosperidad y de la abundancia en tu propia vida para poder lograr tu objetivo de encontrar a esa persona especial con la que poder compartir tu presente. ¿Cómo se logra aplicar la prosperidad a esta situación en concreto?
En primer lugar, pide tu deseo con una convicción total. Se trata de tener fe porque aquel que la tiene, lo alcanza todo (dentro de este marco de pensamiento). En cambio, si desde un principio actúas con escepticismo, es difícil que obtengas buenos resultados. Una vez que ya has pedido tu deseo, relájate y disfruta. Sigue con tu vida, céntrate en otras cosas: familia, amigos, ocio, bienestar, trabajo… Crea riqueza en tu vida a través del pensamiento. Para ello, puedes darte mensajes bonitos y optimistas a ti mismo en cualquier circunstancia. Por ejemplo: “Soy una persona valiosa que me merezco lo mejor”, “en algún momento aparecerá una persona especial”, “el amor existe y es un verdadero tesoro”… Tú puedes crear tus propios pensamientos en base a tu modo de ser y tu lenguaje interior.
Evita hablarte a ti mismo en términos absolutos que hacen daño. Por ejemplo, no describas situaciones de todo o nada, ahora o nunca. En la vida, las cosas no son blancas o negras, sino que merece la pena aprender a ser más flexible y ver todas las posibilidades que te ofrece la realidad.