Te encuentras mirando la pantalla de tu ordenador en este preciso instante y van corriendo los segundos. El tiempo no se detiene y la vida va pasando. Es muy difícil envejecer en una sociedad que valora la juventud eterna, todos nos queremos esconder las arrugas. No queremos aceptar que nosotros formamos parte de un ciclo. La idea de hacerse mayor está asociada a enfermedades y a la fragilidad. ¡Pero no siempre es así!
Los hijos se van de casa, el cuerpo comienza a sentir algunas limitaciones. Es algo completamente normal que tenemos que afrontar con optimismo. Todo mundo llegará a esa situación, es ley de vida. Lo realmente importante es disfrutar de lo mucho que nos queda por delante, de las cosas que están por llegar. La vida siempre tiene sorpresas, muchas de ellas traen alegrías y felicidad.
Entiende que la tercera edad es otra etapa de la vida. Quedarse atado a la juventud es negarse a evolucionar, es estancar el desarrollo personal. Busca nuevos retos. La madurez es propia de personas que ya saben lo que quieren. No tienen que pedirle permiso a nadie, los hijos ya crecieron y las responsabilidades son menores. Entonces, aprovecha esta libertad para disfrutar de la vida mientras el cuerpo aguante.
Disfruta de este momento. Ninguna etapa de la vida es mejor que otra: simplemente son distintas. La madurez y la experiencia forman un excelente dúo. Podrás disponer de todo el tiempo del mundo, no dudes en hacer todo lo que siempre quisiste: viajar, aprender cosas nuevas, cultivar amistades, disfrutar de la familia y de los nietos (si los tienes).
Recuerda que la lucha contra el tiempo es una lucha perdida. Cuídate para no caer en el ridículo y envejece con dignidad. La belleza no está en la piel, esa es la capa más externa del cuerpo, lo importante es su interior, los sentimientos y recuerdos. Procura estar bien con todo el mundo y no transformes ese deseo de ser joven en obsesión.