La infidelidad es una experiencia que puede producirse en algún momento en una relación de pareja. Y el perdón crea la posibilidad de la reconciliación pero también de la ruptura definitiva. Es decir, perdonar no significa seguir alimentado ese vínculo. Perdonar significa no seguir arrastrando algún tipo de resentimiento por este hecho. ¿Por qué es tan difícil perdonar una infidelidad?
Desconfianza
A partir de una infidelidad surgen preguntas relacionadas con los distintos espacios de la línea del tiempo. Surgen dudas sobre el pasado compartido en común y los verdaderos sentimientos del infiel. Pero también nace la desconfianza ante la posibilidad de que este hecho pueda volver a repetirse en el futuro.
Por tanto, es difícil olvidar lo sucedido porque la vulnerabilidad de este momento se proyecta en la interpretación de aquello que tal vez vuelva a ocurrir en algún momento del futuro. Una infidelidad hiere la confianza en aquella persona que descubre esta verdad que resulta incómoda incluso aunque existiese la sospecha previa.
Una infidelidad puede ser un hecho puntual y, sin embargo, puede cambiarlo todo para quien observa su historia desde una nueva realidad. Por ello, en este proceso de superación no solo interviene el hecho en sí mismo, sino también el propio diálogo interior del protagonista. En este caso, la persona puede añadir todavía más sufrimiento a este dolor emocional de la decepción sufrida al hacerse preguntas que alimentan la rumiación mental.
El tiempo es importante
La desconfianza vivida a partir de una infidelidad no se resuelve en una única conversación. El tiempo es un factor necesario para observar el compromiso de la otra persona en esta historia de amor a través de sus palabras y también de sus acciones. Por ejemplo, debe ser coherente con su promesa de no volver a tener contacto con la otra persona.