Trayectos con encanto


El tiempo, que transcurre durante los desplazamientos que realizas en metro, autobús o tren, juega a tu favor cuando surge un flechazo inesperado.

Llevas diez minutos de trayecto a bordo de un tren de largo recorrido. Observas a través de la ventana los andares precipitados de personas y piensas en el estrés que se origina en las grandes ciudades. Todavía queda algo más de una hora para que finalice tu viaje y comience tu jornada laboral en esa oficina que produce escalofríos.

De la manera más extraña has iniciado una charla interesante con tu compañero de viaje, un atractivo hombre que ocupa el asiento situado frente al tuyo. Ambos coincidís diariamente en el mismo vagón de tren, incluso se da el caso que vuestro punto de salida y destino son idénticos.

Leer la prensa diaria es una estupenda herramienta que sirve de excusa para comentar noticias actuales. Previamente se requiere que uno de los dos rompa el hielo con algún comentario repleto de gancho. Y no te lo piensas dos veces, te lanzas a tomar la iniciativa. A partir de ahí el contacto verbal se ha establecido.

Otro día empieza con nuevos planes en tu agenda de compromisos laborales. Esta vez tienes una enorme ilusión por subirte al tren… Deseas volver a ver a ese hombre misterioso que siempre porta un periódico con tremenda elegancia. Gracias a la conversación de ayer conoces sus impresiones sobre ciertos acontecimientos publicados. Sin embargo, “te mueres de ganas” por preguntarle su nombre. En realidad el asunto va más allá porque sientes auténtica atracción hacia él ¿Tendrás alguna posibilidad de enamorarle?

¡Los medios de transporte público además de trasladarte de un lugar u otro, se convierten en escenarios para ligar! Seguramente, en próximos encuentros en el tren, alguno proponga quedar en un ambiente más informal.

Seducción,
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