La mayoría de nosotros, si nos detenemos a pensar, podemos identificar pequeños aspectos de nuestras relaciones que nos tiene un poco preocupados. Cuando hablamos de relaciones no nos referimos sólo a las amorosas, sino también a las familiares, laborales, etc. Una encuesta que se realizó no hace demasiado tiempo dio como resultado que el 97% de las personas consultadas estaban de acuerdo en afirmar que sus relaciones personales podían ser mejoradas de alguna manera.
Muchas de las personas a las que se les realizó dicha encuesta explicaban que les gustaría pasar más tiempo con su familia y amigos más cercanos, y ser más buenos en la comunicación personal. También querían menos estrés en sus vidas, tener una mejor resolución de sus conflictos y, tener relaciones más profundas y significativas.
Pero la mayoría de estas personas explicaron que, en realidad, no saben cómo empezar a hacer esos cambios en sus relaciones. Lo mismo ocurre cuando mantenemos una relación con una persona. Muchas veces pensamos (aunque seamos conscientes de los problemas) que mantener las rutinas que siempre realizamos pueden, en algún momento, conseguir resultados diferentes.
Por desgracia, siempre surgen crisis que no se pueden evaluar y que nos “atacan” de manera inesperada: una enfermedad, un despido, la ruptura de una relación, una muerte, etc. En estos momento te darás cuentas de quienes son las personas que verdaderamente están a tu lado. Esos supuestos 300 amigos que tienes en Facebook no estarán a tu lado en ciertas ocasiones.
Debes saber diferenciar entre amigos y conocidos. Es verdad aquello que dicen que los amigos se pueden contar con los dedos de las manos, a veces incluso con las de una sola mano. Recuerda que la cantidad no es un sustituto de calidad cuando se trata de las relaciones.