En cualquier relación, pueden aparecer las temidas luchas de poder, lo que suele acarrear diferentes conflictos. Al principio todo parece mucho más relajado pero, poco a poco algunas personas comienzan a querer ese cierto poder que les hace sentirse mucho mejor. Cuando dos personas deciden tener una relación, sí que es verdad que se tiende a investigar de manera sutil como es la mentalidad de la otra persona.
Siempre uno puede tomar la iniciativa en unas cosas que el otro no toma en consideración. Normalmente una de las personas es más fuerte que el otro y por eso, a veces, se empiezan a tomar decisiones en nombre de esa parte más “pasiva”. Pero, esta toma e imposición de decisiones puede afectar antes de lo que se piensa a la relación. La persona más “pasiva”, pronto sentirá la necesidad de definir fronteras y recordar que no es un mueble que se pueda colocar en cualquier parte de la casa.
La mayoría de los conflictos entre las parejas tienen en realidad una solución lógica y objetiva. Si estos argumentos fueran escuchados por ambas partes, las decisiones serían tomadas por ambos de manera similar sin tener que hacer uso de la superioridad en la pareja. El problema es cuando las discusiones o conflictos se toman como una competición en la que se solo se puede ganar o perder.
La lucha de poder es un verdadero problema que no busca una solución objetiva sino una imposición de ideas. Algunas personas necesitan “ganar” en cada uno de los argumentos que exponen. Ten cuidado con estas luchas.