La desdicha de las guapas


Tienes un físico arrollador. Desde tu más tierna infancia llamabas la atención de familiares, amigos entrañables, o simplemente descocidos que giraban el rostro para “adorar tu belleza”. Llegaron las primeras salidas a la discoteca durante la adolescencia y entre tu grupo de amigas, siempre los chicos dirigían sus miradas hacia ti… Para algunos eras “ese trofeo” que, una vez alcanzado, supone una conquista especial acumulada. Otros, los más tímidos, ni siquiera se atrevían a entablar una conversación contigo.

Aunque muchos se empeñen en creer lo contrario, traspasada la frontera de los treinta las dificultades aumentan para conectar con alguien que merezca la pena. La mayoría de los varones únicamente buscan en tu persona vivir una aventura, son escasos los que quieren una relación seria y formal.

En cuanto a la búsqueda laboral, has de reconocer que tu presencia física te ha abierto las puertas en ciertas ocasiones, pero precisamente esa ventaja rápidamente se torna en un duro trance…Ya que tienes que demostrar doblemente que verdaderamente vales para el puesto. Hay superiores y compañeros que siempre cuestionarán tu valía profesional.

Sientes en tu propia piel el viejo refrán que solías escuchar a tu abuela: “La suerte de la fea, la guapa la desea” ¿Qué solución abordar ante tal panorama? Durante un tiempo decidiste no arreglarte tanto para pasar más desapercibida pero has llegado a la conclusión de que lo verdaderamente hermoso es “ser una misma” y dejarse arrastrar por la más pura naturalidad.

Se trata de que los obstáculos que vayan entorpeciendo el logro de tus ilusiones se transformen en lecciones prácticas para fortalecer tu personalidad. Tal vez algún día cambiará tu suerte porque darás con gente que sepa leer en tu corazón y halle aquella belleza interior robada, que difícilmente tiene la oportunidad de salir a relucir.

Conflictos,
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