El primer paso, en la vida es el que más cuesta. Da igual en qué ámbito. De hecho, también a los niños cuando salen del colegio, lo que más les cuesta es ese primer instante de ponerse delante de los libros para empezar a estudiar y a hacer los deberes. Por otra parte, en el trabajo, aquellos parados que ya han perdido la esperanza, tienen la dificultad de dar el primer paso porque no saben hacia donde se dirigen. Pues bien, en el amor está claro que también surge esta lucha interior a la hora de determinar quién debe dar el primer paso. Durante mucho tiempo fueron los chicos los que tuvieron que asumir esta responsabilidad por puro protocolo social pero afortunadamente, las cosas han cambiado tanto para ellos como para ellas.
Pero más allá de esta cuestión, en ciertos momentos de la vida, por una decisión personal, puede que alguien, más allá de sentir interés por otra persona, no quiera dar el primer paso. En ese caso, que es totalmente respetable, especialmente, cuando está causado por motivos más hondos, la persona debe asumir que tal vez, el otro tampoco dé nunca ese primer paso. Por tanto, la relación puede que nunca llegue a nacer ante la indecisión.
Pero también es verdad que existen términos intermedios. Es decir, no tienes que declarar tu amor a los cuatro vientos sino que puedes hacer cosas súper sencillas que en realidad eres capaz de hacer con cualquier persona. Algo tan sencillo, como quedar a tomar un café. Se tienen montón de citas de este tipo en el plano laboral, y en el plano académico, por tanto, con total normalidad, y sin que parezca nada extraordinario puedes animarte a dar un paso de este tipo.
Si el otro te dice que no, relájate y piensa que al menos, ya saber la verdad. Por tanto, puedes mirar hacia otra parte para seguir con tu vida.