El placer de mirar a los ojos


La mirada tiene un gran poder de comunicación entre dos personas. El placer de mirar a los ojos de alguien es uno de los más estimulantes a nivel afectivo porque el grado de intimidad y de conexión que se alcanza a través de este simple gesto es máximo siempre que existe un sentimiento equitativo por ambas partes. Tanto en el amor como en la amistad, el placer de mirar a los ojos de otra persona aporta autoestima, reconocimiento y gratitud. En una sociedad tecnológica en la que muchas personas pasan más tiempo frente al ordenador o el teléfono móvil que hablando cara a cara con otra persona sin que haya interrupciones tecnológicas, conviene recordar el valor de lo evidente para establecer relaciones auténticas que surgen del corazón.
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Miradas inoportunas


Hay ocasiones en que a tu pareja se le escapan miradas, que van dirigidas a otras personas que desprenden un atractivo especial. No son miradas inofensivas, ya que llevan un componente de deseo que hablan por sí solas.

¿Cómo actuar en estos casos?

A veces es irresistible no sucumbir a los encantos de hombres y mujeres realmente guapos. Es como si portaran un potente imán que arrastra “sin querer queriendo”. Si vas acompañado de tu pareja, es conveniente ser discreto y, al menos, intentar de disimular. A nadie le gusta ver como a tu amorcito “se le cae la baba al ver pasar a un torbellino de hombre o mujer”.

Por otra parte si sientes que tu relación se va a pique, seguramente estas miradas incrementarán. De lo que se trata es de ambos miembros de la pareja no caigan en sufrimientos ridículos ni en la falta de respeto.

Tampoco hay que olvidar que los celos excesivos se pueden convertir en un infierno. Lo más triste es que, además, la persona celosa sufre muchísimo por sus celos, que pueden adquirir el tono de un problema psicológico. Quien sufre el acoso no debe permitir que el otro limite sus libertades o acabe renunciando a sus amistades o aficiones. Si estás convencido del amor existente entre tú y tu compañero, no debe haber motivos por los que preocuparse. Hay que trabajar la confianza de la persona que sufre los celos para que poco a poco adquiera seguridad, y esto puede pasar por la visita a un psicólogo o un experto en terapias de pareja.

Otro de los factores que desencadenan este tipo de miradas inoportunas reside en el hecho de ser egoísta. Convivir con una persona egoísta puede resultar muy difícil y requerirá de grandes dosis de paciencia por parte de quien la sufre. Lo mejor es hacerle probar al egoísta su propia medicina en cosas que para él o ella sean importantes, como por ejemplo mirar descaradamente a otros.