El amor es uno de los temas que más ha motivado a artistas a lo largo de la Historia de la Literatura. Casi todas las creaciones literarias se componen mediante el reflejo subjetivo de una percepción humana… El autor rescata de “sus interioridades” vivencias propias u de otros para plasmarlas en unas páginas.
Una obra de temática amorosa no se elabora meticulosamente mientras se ama, sino cuando la mente está lo suficientemente despejada para ser capaz de imaginar una fantasía a partir del recuerdo de ese sentimiento.
Con el fin de adentrarte en los entresijos de cada siglo, escoge una pequeña muestra literaria para aproximarte a las costumbres amatorias de las personas en diferentes épocas.
Hallarás poemas de alto contenido sexual (el amor y el sexo se concebían de un modo más natural que en tiempos posteriores) en las Jarchas.
Más adelante, una vez instalados en el camino de la decencia y la castidad, los nobles se convirtieron en mitos eróticos de la época. Y si a ellas iba destinado el verso, no se podían decir ordinarieces ni deseos explícitos de mantener relaciones sexuales.
La poesía amorosa del Siglo de Oro presenta musas y deidades incorpóreas e inalcanzables.
Con el transcurrir del tiempo, el amor va evolucionando hacia posturas más liberales. Todo se vive de un modo más terrenal. Así los asuntos matrimoniales presidirán la temática de las obras de teatro de siglo XVIII. De hecho, se daban con frecuencia las uniones entre hombres viejos con muchachas jóvenes (por ejemplo “El sí de las niñas”, de Leandro Fernández de Moratín).
Durante el Romanticismo, el amor se vive con mayor intensidad. El amor se siente de verdad como tal, y no como una obligación. Los sentimientos se expresan de un modo más directo, sin miedo a obtener represalias posteriores.
Las infidelidades, los hijos secretos, al amor no comprendido y los matrimonios de conveniencia también abundan en las obras literarias del Movimiento Realista.
Actualmente, en la mayoría de los casos, se puede disfrutar de “amar a quien se quiera”, sin que suponga motivo de vergüenza o desaprobación social.