La perfección no siempre es buena consejera y mucho menos cuando hablamos de amor. Lo cierto es que cualquier chico o chica tiene virtudes y cualidades excelentes pero también tiene defectos, cambios de humor y de carácter. Sin embargo, el mito del príncipe azul es prácticamente inherente a la mente femenina al menos en determinados momentos, por ejemplo, durante la adolescencia o los primeros años de la juventud. La idea del príncipe azul brota de forma directa de las comedias de Hollywood que tienen un final feliz como todo cuento de hadas que se precie: Bella y Bestia, Cenicienta, Blancanieves…
Lo cierto es que el primer paso que debes dar para encontrar el amor de verdad es liberarte de todos esos prejuicios mentales que te alejan de encontrar una persona de carne y hueso. Vivir a la espera del príncipe azul significa seguramente que tu afán de perfección te va a causar mucho sufrimiento a lo largo de la vida, sencillamente, porque una historia de amor también tiene muchos momentos de monotonía, conflictos e incluso, aburrimiento.
El mito del príncipe azul es perfecto como fuente de inspiración para los escritores que pueden recrear en la ficción relatos memorables que se convierten en leyenda de la literatura romántica. Pero cuando hablamos de la vida, es mejor pensar que la felicidad depende únicamente de ti misma tanto si estás en pareja como si estás soltera.
Los amores de la adolescencia tienen una intensidad extrema. En ese momento, la idealización que se tiene del otro es excesiva. Por ello, la decepción que causa ese príncipe azul cuando se convierte en rana también es mayor. Lo mejor que puedes hacer es no quitarte tu corona de reina como diría Rosetta Forner. Esa corona de independencia y de madurez emocional que te hace no vivir a la espera de otra persona sino de tu propio yo interior.