En general, resulta más fácil ver los defectos de los demás que los propios, sin embargo, es mucho más fácil asumir las propias carencias para aprender a vivir mejor, que estar todo el día intentando que el otro cambie. Así se comportan aquellos que viven en la crítica constante hacia la pareja y están instalados en la protesta como una forma de vida. Sin duda, resulta agotador para aquel que recibe las críticas pero también, para aquel que se queja ya que es incapaz de disfrutar de las cosas buenas.
Merece la pena aprender a ser un poco más tolerante en el seno de la pareja. Respetar el modo de ser del otro y admirarle en sus cosas buenas. Es decir, si tienes una pareja que no te produce nada de admiración, entonces, tal vez se deba a que en realidad no hay amor. Cuando estás enamorado no puedes evitar ver lo bueno que tiene la persona que está a tu lado, incluso, aunque todavía no seais pareja.
Es verdad que los defectos van cobrando más fuerza con el paso del tiempo y de la convivencia. Pero en la balanza de la relación siempre debe pesar más lo bueno. Para ello, también es esencial adoptar la actitud adecuada, es decir, apostar por el pensamiento positivo para sentirte afortunado por tener la pareja que tienes. De lo contrario, si de verdad vives amargado porque crees que estás junto a alguien que en realidad no merece la pena, entonces, tal vez, deberías cortar una relación que te hace infeliz.
El objetivo del amor es que te haga mejor persona: más comprensivo, más tolerante, más paciente, y por tanto, más capaz de ayudar a crecer a aquellos que tienes a tu alrededor. La verdad es que desde la crítica negativa, no se ayuda a crecer a nadie. Y menos, a alguien que se quiere.