Hay un punto en el que el pensamiento de un psicólogo choca con el de un filósofo. Existen muchos puntos en común, pero a veces, los filósofos son más complejos, tal vez, ven diferentes puntos de vista y también excepciones a la norma. En cualquier caso, hay un punto de encuentro cuando hablamos de temas emocionales, y es que, para vivir, es necesario liberarte de presiones interiores, miedos, desconfianza, inseguridad y dudas.
Más que nada porque en la mayoría de las ocasiones, esas inseguridades vienen de experiencias pasadas, de decepciones de amistad, de traiciones, desamores y todo tipo de desencuentros posibles entre las personas. Cada uno conoce su caso. Las barreras emocionales son peligrosas, especialmente, cuando te surgen con personas que te resultan agradables, simpáticas, y que siempre, te tratan de una forma positiva.
Ahí es donde a lo mejor tienes que plantearte que no estás haciendo las cosas del todo bien para ayudarte a ti mismo. Es decir, cuando hablamos de liberar las barreras estamos pensando en el propio bienestar,y también, de una forma secundaria en el de aquellos que nos rodean porque les permitimos que se acerquen a nosotros con mayor normalidad.
En el mundo hay personas muy buenas. Incluso aquellos que te hicieron daño por algún motivo puede que sean buenos, sencillamente, también tienen sus propios miedos, inseguridades y penas. Por ello, nunca es tarde para aprender a vivir en positivo, así que a partir de hoy, intenta exponerte a nuevas situaciones, anímate a conocer un poco más a gente que te rodea, y especialmente, déjate conocer por alguien de tu entorno.
Las relaciones personales no son fáciles, especialmente, cuando se depositan expectativas reales. O mejor dicho, son muy sencillas cuando existe ilusión por ambas partes de forjar una amistad, por ejemplo. Sin embargo, cuando esa ilusión sólo existe por parte de uno caben dos opciones. Dar más tiempo al otro, o sencillamente, mirar hacia otro lado. ¿Qué opción prefieres tú?