En las últimas décadas, los expertos en gestión han experimentado una revolución en la manera de definir el liderazgo y cuáles son las actitudes más básicas. Esto sucede de la misma manera en el amor. Si te fijas, en la mayoría de las parejas estables que conoces, siempre hay una parte que lidera más la relación.
El liderazgo puede ser bueno pero, sí que es verdad que si se nos va de las manos puede hacer que nuestra relación se convierta en una auténtica pesadilla. Los líderes necesitan saber cuándo mostrar un enfoque determinado, por eso, lo mejor puede ser compaginar esas tareas de liderazgo en la relación. Existe un tipo de liderazgo denominado autocrático. Se caracteriza por que el líder conserva mucho poder y autoridad para tomar decisiones.
Hay que tener cuidado ya que en este tipo de liderazgo, la parte “más fuerte” no suele consultar con la pareja, ni le permite formar parte de las decisiones. La otra parte, debe obedecer las órdenes o decisiones sin recibir ninguna explicación. El entorno de la motivación se produce mediante la creación de un conjunto estructurado de premios y castigos. Eso es una relación no es nada bueno ¿quién se ha creído esa persona para premiar o castigar?
En una relación amorosa, ambas partes deben estar a la misma altura, nadie es más que nadie. El liderazgo no debe plantear problemas a las personas. Lo mejor es que se tomen decisiones mediante un liderazgo participativo. No dejes que siempre decida tu pareja ya que el día que tú quieras algo, si le has acostumbrado a decidir, te costará mucho decidirlo.