Cuando una pareja se plantea traer al mundo una criatura, seguramente que, con antelación, haya analizado todos los pros y los contras que conlleva tal decisión. Hablemos de la experiencia de ser padre o madre desde su vertiente más altruista…
La maternidad o paternidad deja como recompensa enormes satisfacciones que no te puedes perder vivir.
La alegría y el placer de ver crecer a los hijos. Es hermoso disfrutar de un hijo día a día, observar con detenimiento cómo crece y cómo va aprendiendo nuevas cosas. En concreto la maternidad posibilita desarrollar una capacidad extraordinaria, en realidad eres capaz de realizar más cosas de las que hacías anteriormente.
Prolongar la herencia genética o el nombre de la familia. El hecho de saber que tras su fallecimiento, perdurará su huella en la Tierra, hace que muchas parejas sientan el impulso de procrear.
Saborear el estrecho vínculo afectivo con los hijos. Desde el momento en que nace un bebé, e incluso desde el momento en que una mujer sabe que está embarazada, comienza a crearse un vínculo afectivo entre la madre y el niño, un vínculo que perdura a lo largo de la vida. Existen cinco sistemas que fortalecen el vínculo: la sonrisa, el mamar, la mirada mutua, el llorar y el contacto físico.
La oportunidad de preocuparse por el bienestar y la educación de los hijos. Tener la responsabilidad de ofrecer al niño una formación adecuada, permitirá que fortalezcas tu grado de madurez. Al mismo tiempo, revivirás con ilusión las etapas de la infancia ¡Qué bonito convertirse en el compañero de juegos de tu hijo!
Poner en marcha un acto bueno y desprovisto de egoísmo. Tanto tu pareja como tú podéis demostrar que estáis preparados para darlo todo por el nuevo ser, fruto del verdadero amor.