Una sublime sensación acaba de provocarte la contemplación sin igual de destellos de luz… Coloridos amaneceres, presididos por la aurora boreal, adquieren su viveza junto a la persona amada.
El fenómeno de la “aurora boreal” corresponde a la aparición de cierta luminiscencia en el cielo nocturno. Y es que la diosa romana del amanecer se llamaba “Aurora”, y el término griego “Boreas” significa norte. Los meses de enero y febrero, en que las temperaturas son más bajas, resultan ideales para observar una aurora boreal.
La diversidad de formas, estructuras y colores de dicha actividad hace que disfrutes de un espectáculo que quedará grabado en tu alma para el resto de la vida. Las auroras pueden iniciarse como un arco aislado muy alargado que se va extendiendo en el horizonte. El arco puede incrementar su brillo llegada la medianoche. Entonces las ondas o rizos a lo largo del arco ofrecen mayor dinamismo a la escena. La tonalidad del cielo se torna en belleza y ya con el alba el proceso presenta pequeñas zonas brillantes hasta que llega la mañana.
Algunos de los lugares más representativos para observar una aurora boreal son Alaska, Canadá, Groenlandia, Islandia, Noruega, Laponia Finlandesa, el Círculo polar Ártico y Siberia.
Leyendas atrayentes
Existen miles de interpretaciones según las épocas para los fenómenos aurales. Durante la Edad Media surgieron varias pinturas haciendo alusión al tema… Mostraban grandes batallas en el cielo, ejércitos en lucha y tropas a caballo.
Para los esquimales la aurora boreal equivalía a un sendero estrecho y peligroso que conducía a las regiones celestiales y su luz era consecuencia de la llegada de nuevos espíritus. El sonido silbante que acompaña a la aurora son las voces de esos espíritus intentando comunicarse con las gentes de la tierra.
La aurora boreal también recibe el nombre de “fuegos del zorro”. Los rabos de los zorros que corrían por los montes lapones se golpeaban contra los montones de nieve y las chispas que salían de tales golpes se reflejaban en el cielo.