Una relación tiene que ser gratificante


En la vida existen muchas relaciones y muchos vínculos que nos vienen dados sin que los hayamos elegido. Por ejemplo, la familia está ahí desde que nacemos. Del mismo modo, tampoco elegimos los compañeros de trabajo con los que trabajamos cada día o a los compañeros de clase en la universidad. Sin embargo, existen relaciones que sí asumes de una forma libre, voluntaria y consciente, por ello, partiendo de este esquema es indispensable entender que una relación que se adopta de esta forma tiene que ser gratificante, es decir, tiene que compensarte a nivel emocional porque te aporta buenos momentos, te ayuda a tener espacios de alegría.

Eso no significa que la otra persona tenga que ser perfecta porque nadie lo es. Pero sí significa que en el conjunto global de la relación debe tener más peso lo positivo que lo negativo. De lo contrario, lo inteligente y lo saludable desde un punto de vista emocional es marcar una distancia, poner una barrera entre tú y la otra persona porque te mereces algo mejor.

Pero muchas veces, el conflicto surge precisamente en que existen personas que no saben elegir a parejas convenientes. De hecho, la sucesión de fracasos sentimentales puede dar lugar a frases erróneas del tipo: “Todos los hombres son iguales”. Este mensaje es equivocado pero no todas las personas se dan cuenta de que a veces, el error está en su mala elección.

Una relación gratificante es aquella elegida por ambas partes de una forma plena. Para reflexionar sobre esta cuestión te invito a leer un libro de Jorge Bucay que se titula: Amarse con los ojos abiertos y que puede servir de ayuda a todos aquellos que quieren conocerse mejor a sí mismos desde la óptica de la inteligencia emocional.

De vez en cuando, también, merece la pena hacer un análisis de las relaciones sociales para borrar teléfonos de la lista de contactos que en realidad, no quieres volver a utilizar.

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