Cada persona vive el verano desde una interpretación diferente. Pese a que este tiempo es el más esperado por muchos, otros protagonistas se aburren más en estas fechas. ¿Cuáles son las tres causas principales?
Cambios en la rutina habitual
El protagonista echa de menos muchos de los espacios de relación en los que participa durante los demás meses del calendario pero que se ponen en pausa durante julio y agosto. Espacios vacíos que quedan en la agenda pendientes de llenarse de nuevo con otras actividades.
La falta de iniciativa para poner la atención en el presente en lugar de esperar a que llegue de nuevo el mes de septiembre para retomar las actividades principales incrementa este estado de pasividad ante la búsqueda de la felicidad en julio y agosto.
Predisposición negativa
Mientras que aquellos que planifican su verano con semanas de anticipación visualizan instantes felices incluso antes de que se produzcan, aquel que ha llegado a la conclusión de que esta estación no es su preferida, puede posicionarse estableciendo valoraciones generales olvidando que cada verano es diferente.
¿Cómo modificar esta predisposición negativa? Por ejemplo, si quieres cambiar este aspecto puedes escribir un diario centrado en poner por escrito, únicamente, las vivencias positivas, los momentos de gratitud y todo aquello que te ayude a poner el punto de atención en la ilusión.
Comparación con los demás
Una persona puede incrementar este estado de ánimo cuando mide su situación desde la referencia a la comparación de las circunstancias de quienes parecen ser más felices en vacaciones de ensueño. Una comparación que también puede poner en relación el presente con el pasado cuando el protagonista cree que otras etapas anteriores fueron más bonitas que la actual.
Para evitar esta tendencia hacia la comparación comienza tus vacaciones concretando tres objetivos que quieres hacer realidad en estas fechas.
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